La gerencia: ¿Ética o resultados?
La crisis que vivimos se debe, en parte, a problemas económicos y políticos que se han ido agravando con el correr de los años. Sin embargo, la crisis que vivimos es también el resultado de una profunda crisis de valores morales en las personas que manejan, en todo nivel, los diferentes aspectos de la vida socioeconómica de los diferentes países. Por ejemplo, el caso Odebrecht.
En este panorama, ¿los criterios comerciales deben prevalecer sobre los valores éticos o debemos actuar con justicia y honradez? Es común escuchar expresiones como “Si hay ética, no hay negocio” o “¿por qué tengo que perjudicarme? Negocios son negocios”.
El ámbito de los negocios se basa en valores morales: la confianza, la libre competencia, la justicia en los contratos. Cuando una empresa hace esfuerzos de todo tipo para tener una buena imagen, no solo le interesa la imagen de eficacia, también la de confianza y honradez. Una empresa no es nada en el mercado si la gente no confía en ella. La arrogancia comercial termina destruyendo los negocios en el largo plazo.
Algunos gerentes advierten cierta insensibilidad, abierta antipatía o cierto cinismo hacia los planteamientos éticos. Pero ¿realmente entenderán lo que es ética? La ética no es una perspectiva de límites, de negaciones, de rechazo a las novedades y a las innovaciones. Lo ético es afirmación, introducción de calidad humana, visión amplia. Por eso, no hay nada más falso que contraponer la ética a la eficacia. Si la eficacia lleva a hacer las cosas bien, lo ético impulsa a hacer bien el bien.
Se comenta que los avances tecnológicos, las grandes innovaciones, los grandes cambios en este mundo globalizado convierten en obsoletas las normas éticas pensadas para un mundo más estático. ¿Será esto cierto? Basta recordar las normas que recogía Ulpiano, honeste vivere, alteri non laedere, suum cuique tribuere (vivir con honradez, no dañar al prójimo, dar a cada uno lo suyo), para darse cuenta de que la naturaleza humana es la misma a lo largo de los siglos. Elemental es también la llamada regla áurea de la ética (“no quieras para otros lo que no quieres para ti”), de imperturbable vigencia. Bastaría su práctica generalizada para solucionar la mayor parte de los problemas humanos.
¿Observarán estas normas las grandes corporaciones o continuarán valiéndose de las debilidades de nuestro sistema político y de gobierno para no ser honestos en la entrega de productos o servicios de calidad?
Un buen gerente líder no necesita grandes estudios para dar con soluciones éticas. Le basta poner en práctica las normas hasta aquí recogidas (y alguna otra como que el fin no justifica los medios). Un buen gerente es un calificativo que tiene los dos sentidos: de excelencia en la dirección y en lo moral. Las dificultades de las soluciones éticas son prácticas: superar la tentación a la trampa, en sentido amplio. Todo el que hace trampa piensa que ha tomado un atajo; y lo es, pero un atajo hacia la injusticia y la inmoralidad. Decía San Agustín que si no había justicia, los grandes reinos no eran otra cosa que grandes latrocinios. Si no hay ética en la empresa, sigue siendo empresa, pero ya no es confiable.
La ética es una de esas realidades que se desgastan cuando se habla demasiado de ella. La ética tiene que ser una brújula interior, una concepción de fondo; alumbra, desde adentro, cualquier realidad de la vida empresarial. La ética debe ser una práctica sistemática en la gerencia de la empresa. No solo ayuda a producir buenos resultados, además es una garantía de buen futuro.
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